El Seprona clausura tres fincas en Bullas en las que halló, en un estado lamentable, un centenar de aves de corral, hurones, perros y caballos a los que alimentaban con patatas fritas | Los detenidos cuentan con atencedentes por hechos similares
Sin agua, sin un lugar donde refugiarse del sol, con decenas de
garrapatas y pulgas comiéndoles la piel, y con un montón de patatas
fritas depositadas sobre sus propias heces como único alimento. En este
lamentable estado se encontraron agentes de la Guardia Civil, a una
veintena de perros y media doncena de caballos en tres fincas de un
ganadero de Bullas. Durante la operación, el Seprona detuvo a Blas V. y a
su hijo como presuntos autores de un delito contra la protección de los
animales domésticos, y precintó -por orden del juzgado Número 2 de
Mula- las tres propiedades, dos de ellas ubicadas en el barrio de la
Cruz y otra junto a la carretera de El Chaparral de la localidad de
Bullas, en las que sus dueños mantenían un centenar de animales en
pésimas condiciones. En total, los agentes del Servicio de Protección de
la Naturaleza de la Benemérita -junto con personal del Servicio de
Sanidad Animal de la Comunidad Autónoma- se encontraron medio centenar
de aves de corral, 21 perros, 22 hurones y seis caballos, que han sido
recogidos por una protectora de Valladolid a la que se le ha cedido los
animales de manera cautelar para que los cuide mientras se desarrolla el
proceso.
Tanto los perros -principalmente de razas entrenadas para la caza,
como galgos y podencos-, como la media docena de equinos, se encontraban
en un estado de extrema delgadez y eran alimentados únicamente con
desechos de patatas fritas, que los dueños compraban en una fábrica
cercana. Además, algunos canes se hallaban atados, a pleno sol y sin
acceso alguno a agua.
La mayoría estaban infestados de garrapatas y pulgas, y presentaban
heridas abiertas. Asimismo, carecían de las correspondientes cartillas
sanitarias caninas y no habían sido vacunados contra la rabia.
El delito de maltrato animal esta tipificado en el artículo 337 del
Código Penal que sanciona con hasta un año de prisión e inhabilitación
especial de hasta tres años para el ejercicio de oficios o comercios
relacionados con los animales, a los que por cualquier medio o
procedimiento, maltraten injustificadamente a un animal doméstico o
amansado, causándole la muerte o lesiones que menoscaben gravemente su
estado físico.
Cabe destacar que el padre fue detenido en 2011 por este mismo delito. Entonces, el instituto armado descubrió en una granja de su propiedad 125 animales desnutridos. Igualmente, en 2012 y en el marco de la 'Operación Rehala',
el hijo fue arrestado tras el desmantelamiento de un refugio ilegal, en
el que se inmovilizaron 120 perros también en un estado deplorable. En
este caso, sobre él pesa una sentencia firme contra la protección de los
animales domésticos, por lo que además se enfrenta a un posible delito
de quebrantamiento de condena.
Siete denuncias previas
La operación se produjo tras siete denuncias presentadas meses atrás
por protectoras y particulares, en las que se atestiguaban las penosas
condiciones en las que se encontraban los animales. Según la abogada de
las asociaciones existen también seis informes veterinarios que
certificaban la extrema gravedad del estado de los animales.
«En las denuncias se identificaron unos 60 perros en penosas
condiciones. Sin embargo, solo hemos podido rescatar 21. Los vecinos nos
han dicho que estos últimos tres días han detectado mucho movimiento,
con vehículos entrando y saliendo de la finca transportando animales,
por lo que pensamos que alguien ha avisado al dueño de que se iba a
intervenir y ha movido los perros a otro sitio», aseguró Raquel López,
del despacho DeAnimals.
A escasos metros de la finca, situada en el barrio de la Cruz, y a
los pies de una vieja ermita, agentes y miembros de las protectora
hallaron, junto a una pila de huesos y calaveras de origen animal, tres
cadáveres de perros semienterrados. «Lo que este hombre tiene aquí es lo
más parecido a un campo de concentración canino», lamentó un miembro de
la protectora Scooby de Valladolid.